La bici mola. Y si es eléctrica, más todavía.

Desde hace unos días, Madrid ha estrenado BiciMad, el servicio público de alquiler de bicicletas eléctricas: http://www.bicimad.com/ . A pesar de algunos problemas iniciales, debidos al número muy elevado de inscritos (parece que, en los primeros días, hayan recibido 2.300 solicitudes), este nuevo proyecto destapa una realidad que, hace solo un par de años, pareciera un chiste: la bici mola. Vaya novedad, dirás. Ya estamos acostumbrados a ver los carriles bici, las calles y hasta las aceras llenos de BTT, de plegables, de fixes, de residuos bélicos sacados de los trasteros de abuelos y tíos. Estoy de acuerdo, pero el usuario típico, hasta ahora, era quien no podía permitirse otro medio de transporte, o más bien quien ya había decidido hacer de la bici su estilo de vida. Leyendo un artículo de El País sobre el tema (Los Pedales De La Discordia, de Pablo León: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/06/27/madrid/1403893905_449839.html) me he topado con el comentario de uno de los nuevos usuarios del servicio: “Con mi BiciMad, ¡qué pasote! Mola más que una Ducatti”. Esta sí que es una revolución. No creo que este usuario caiga en unas de las dos categorías que he mencionado antes. Al revés, me parece que la bici vaya paulatinamente atrayendo más y más gente, gente que quizás nunca en su vida había pensado llegar al trabajo o a una cita dándole a los pedales. En este sentido, chapeau Madrid, que ha entendido que la ayuda de un pequeño motor eléctrico puede ser la clave para llegar a un público lo más variado posible. Porque la bici mola. Pero si es eléctrica, mola mucho más.

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La tienda a la vuelta de la esquina

Después de algunas semanas, que han pasado rápido entre fiestas y puentes, volvemos a movernos rápido por la ciudad, y por supuesto a hablar de bicicletas.
Después de habernos enfrentado al intrigante y (a veces) oscuro mercado de las bicis de segunda mano, y haber analizado el fresco y loco mundo de las tiendas de ciclismo online, vamos a llegar a lo que, de momento, es para algunos el templo de la compra segura y, para otros, el reino del timo y de los gastos innecesarios: la tienda física de bicicletas.
Grandes almacenes del deporte, pequeños negocios de toda la vida, tiendas especializadas con departamentos separados por cada especialidad, oscuros talleres que huelen a neumáticos nuevos y grasa de litio… En ciudad hay de todo, para todo nivel y para todos los bolsillos.
Yo, personalmente, intento no pasar mucho por tiendas, especialmente si son grandes y con muchos productos disponibles. El olor, el hecho de poder tocar las piezas, la posibilidad de hacerte una idea de su calidad a través del acabado, es una mezcla a la que es muy complicado resistirse.
Lo máximo, además, es pasarte por allí con tu bici para poder comprobar al momento la compatibilidad de cada componente con tu montura. En dos palabras, demasiado peligroso!
El alma de las tiendas físicas, lo que las caracteriza y las hace únicas, sin embargo es otra cosa: el personal que trabaja en ellas.
Que sea «agresivo» o que pase desapercibido, el personal siempre estará allí para ayudarte y contestar tus preguntas, algo que a día de hoy se agradece mucho, especialmente para los novatos que se acercan a este mundo cada vez más (innecesariamente?) variado y complejo.
En los lugares más pequeños, a menudo, no es raro que un encargado se acuerde de ti y de la última vez que pasaste por allí, te pregunte como te encuentras con tu bici y se ponga sencillamente a charlar contigo de la pasión que compartís.
Porque claro, si hay una cosa que no falta en las tiendas físicas es la pasión por la bici.
Comprar aquí tiene diferentes ventajas. La primera, es que puedes tocar, probar y hacerte una idea clara de lo que vas a elegir. Porque no hay nada como sentarte en una bici antes de comprarla, comprobar cómo se maneja, cómo frena y cómo cambia. Lo único bastante inútil, en un primer contacto, es comprobar el sillín, porque es verdad que por cada culo hay una silla, y mejor acertar con ésta, pero también hay que decir que antes de dar un juicio, hay que «poner kilómetros» entre nalgas y sillín.
La segunda, que ya hemos comentado, es la posibilidad de ser asesorado por personas competentes y apasionadas. 

La tercera, y quizá la más importante para un novato, es la asistencia post venta. 

Empezando por los reglajes básicos antes de salir de la tienda, pasando por los inevitables ajustes que hay que hacer después de las primeras semanas de uso. Radios, frenos, transmisión y toda la tornillería en general, necesitan un repaso antes de que se asienten y empiecen a funcionar correctamente. Muchas tiendas incluyen esta primera revisión en el precio de compra. Y se agradece, especialmente si no se poseen los conocimientos (y las herramientas) para poder hacerlo en casa y sin ayuda.
Por último, la garantía. Es verdad que cualquier producto comprado (legalmente) online tiene garantía oficial, pero es mucho más cómodo llevar tu bici defectuosa a la tienda detrás de la esquina, y que se las apañen ellos con los temas de reclamos, embalaje y envío.

Dicho esto, hay algunos inconvenientes y desventajas de la compra física.

Primero: los precios. Cuántos más intermediarios tiene un producto hasta el consumidor final, más caro le va costar a éste. Esto se debe a los recargos (legítimos) que se añaden cuando la mercancía pasa del productor al importador, de aquí al distribuidor, al agente, a la tienda y por fin a quien se lo lleva del escaparate.

Segundo: la variedad y las opciones serán, por supuesto, menores que en una tienda online, por temas de gastos de almacén y de los riesgos que se tome la empresa comprando algo que no sabe ni cuándo ni cómo lo va a revender. Normalmente, quitando los componentes/accesorios básicos, si buscas en una tienda física algo un poco menos «comercial», es mejor si miras en la red. Claro, siempre se puede pedir por encargo en la tienda, pero los tiempos de entrega a menudo se harán eternos.

Por último, algo que hemos considerado un punto de fuerza del comercio de proximidad, el factor humano, a veces puede considerarse una desventaja, ya que no todos los vendedores son igual de competentes. Ni, a veces, igual de honestos…

Así que ya sabes: las posibilidades son muchas, ahora depende de ti elegir la que más se ajuste a tus necesidades, y a tu bolsillo, claro!

Comprar bici en internet: sale a cuenta?

Si tu idea es hacerte con una bicicleta nueva, la opción más barata es seguramente la compra por internet. Solo en España, en el 2012 el volumen de transacciones online superó los 12.000 millones de euros, cifra que se incrementa constantemente año tras año. Desde hace un tiempo, la venta de productos deportivos (mundillo del ciclismo incluido) se ha sumado a este fenómeno que lideraban (y todavía lideran) los sectores de la moda y la tecnología. Básicamente hay dos modelos principales de negocio: las tiendas online y la venta directa desde el productor al consumidor. La primera opción es la más clásica, con ventajas más que conocidas por los internautas: los mismos productos que puedes encontrar en cualquier tienda física, vendidos a un precio más barato y con disponibilidad más amplia en términos de cantidad y versiones. La segunda va un poco más allá, por concepto y realización. Algunas marcas de bicicletas han apostado por vender únicamente directo al cliente final (sin intermediarios), bicicletas completas o cuadros. Esto le permite evitar los intermediarios (importador, distribuidor/agente, tienda física) que añaden recargos en el precio final del producto. Todo esto a través de una simple web, con la ventaja de poder configurar desde casa tu montura, tal y como harías con tus otras compras online, pero tratando directamente con el productor.

Hasta aquí, las ventajas. Ahora, asumiendo que eres un novato, es recomendable pedir la ayuda de un amigo más experto (como cuando os hablé del mercado de segunda mano) para orientarte entre las diferentes propuestas. Primero por las medidas: es verdad que muchas marcas ofrecen la posibilidad de calcular la talla correcta basándote en tus datos antropométricos, pero claramente no es lo mismo que sentarte en la bici y comprobar cómo se ajusta a tu cuerpo. Segundo, si no conoces las características de cuadro y componentes, es complicado hacerse una idea de su calidad a través de una foto. Tercero, si hay que ajustar algo en los mandos tendrás que apañártelas tú solito, y no siempre es una tarea rápida y sencilla. Por último, es verdad que, una vez que la bici te llegue a casa, podrás devolverla sin costes adicionales si no se ajusta a tus necesidades (pero vaya palo!). Lo malo es que te encontrarás otra vez en el punto de salida, con más dudas todavía L

Y ahora venga, a buscar!

Bicicletas usadas: entre un chollo y una estafa

Bueno, si has decidido comprar tu primera bici vamos a ver cuáles opciones tienes para entrar en el “club de los propietarios”. Hoy hablaremos de la manera, seguramente la menos cara, de llevarse una bicicleta a casa: el mercado de segunda mano.

Hoy en día en la red, en las tiendas especializadas, o en los mercadillos se encuentran auténticos chollos. Primero por un tema estrictamente de mercado: una vez que una bici nueva sale de la tienda su valor ya pierde un 21% (el IVA) y dentro del primer año otro 30-40%. O sea, que si te compras una bici que tenga alrededor de un año de vida la vas a pagar por la mitad de su valor, sin contar que, si ésta ha tenido un uso “normal”, como hemos dicho la semana pasada, tendrás otro año libre de gastos de mantenimiento. Después del primer año, el valor se estabiliza y baja de manera menos rápida, aunque en este caso hay que tener cuidado con el tema del desgaste. Las piezas como las zapatas de freno, los neumáticos o la trasmisión son los más sencillos de controlar y sustituir si ya no sirven (pide un descuento!), pero hay muchas otras partes que a un primer vistazo parecen perfectas, y que después de un análisis más cuidadoso pueden esconder sorpresas. Por ejemplo, la dirección, los ejes de pedales, bielas y ruedas giran sobre rodamientos que hay que mantener correctamente para evitar un desgaste prematuro de estas piezas o, aún peor, que su mal funcionamiento dañe también a otras partes. Otra zona a controlar son los cables y las fundas de cambio y frenos: sería una buena norma cambiarlos cada 2 años, ya que con el tiempo se llenan de polvo, tierra y todo lo que puedas pisar con las ruedas (y cuando digo todo, quiero decir todo…) y esto puede influir negativamente en el funcionamiento de las partes que mueven. Si las últimas siete líneas te han sonado a chino, mejor si examinas tu próxima bici con un amigo que sepa del tema para pagar el precio correcto.

Por último, una nota sobre un problema cada vez más extendido: las bicis robadas. Es cada vez más raro encontrar a alguien a quien no le hayan robado por lo menos una rueda o el sillín. Cuando te lo encuentres, lo más normal es que nunca haya tenido una bicicleta… Ahora bien, las siguientes situaciones deberían despertar sospechas:

  • Precio demasiado bajo respecto al valor de mercado: en la vida nadie regala nada, por qué deberían empezar contigo? Pide la factura de compra.
  • Bicicletas con muchas piezas de marcas diferentes: normalmente una bicicleta de ciudad tiene la mayoría de los componentes “de la casa”, si compras una bici “X” con sillín y manillar “Y”, frenos “Z”, una rueda “W” y la otra “J”, pues pinta mal… Pide la factura de compra.
  • Precio normal, bici “entera”, pero con un cable antirrobo que une la silla al cuadro, y que no se puede quitar porque “han perdido la llave” (lo he escuchado con mis propios oídos, lo juro…). Yo pediría la factura de compra.

Lo de pedir/ofrecer la factura de compra es algo que se está difundiendo desde hace poco en el mercado de la bicicletas de ocio (carretera y BTT), mercado donde la mayoría de las transacciones tienen cifras con tres ceros, y el primer número a menudo no es un “uno”. Con este sistema, se ataca desde la raíz el problema del robo de las bicicletas: para los amigos de lo ajeno, si no hay quien compra, es más peligroso robar y menos rentable revender. Siempre que te interese comprar de manera legal, claro. Si ésta no fuese tu prioridad, es mi deber recordarte que en España a comprar material robado se le llama “receptación”, y es un delito…

Y ahora venga, a buscar!

Nace un nuevo Urban Biker: bici, ¿cuánto me cuestas?

Hablando de bicicletas como medio de transporte individual, el primer adjetivo te le viene a la cabeza es: económico. Nada de gasolina, neumáticos, seguro, mantenimiento, ITV… Uno se saca la tarjeta del Bicing (aquí en Barna), y a darle a los pedales para ir al trabajo, al gimnasio, a tomar algo por la noche. Ha nacido un nuevo Urban Biker! Desde ahora vives la ciudad de manera diferente, te mueves más rápido, llegas al trabajo mucho más relajado, y como te ha bajado algo de barriga, hasta te las das de deportista con los amigos. Pero, como no todo son flores (como ya hemos comentado el pasado 16 de marzo) pronto surgen los problemillas de todo bike sharing: a veces no se encuentran, si se encuentran están rotas, la cojo y no consigo aparcar cerca de mi destino… Todo esto te lleva (ya que ahora no quieres ni usar tu moto/coche en ciudad, ni adaptarte a los horarios del transporte público) al segundo estadio de bicicletitis: me compro una! Total, has visto que cualquier hipermercado tiene por lo menos dos-tres modelos, y “con unos 150€ me la llevo”. Se podrá comprar algo fiable, bonito y lo bastante rápido con esa cifra, no? Pues te contesto en inglés: No Way.
Ahora mismo, comprar una bici por 150€ es como comprar un coche nuevo por 3000€. Así de claro. Existen en algunas partes del mundo tales coches? Puede que sí. Que resistan a algunos años de uso? Puede que también, pero vivimos en Europa, con sus precios, sus estándar de calidad y sobre todo con su crónica falta de tiempo. Así que si no quieres pasarte las tardes arreglando lo que se rompe o se desajusta de día, mejor si te buscas algo “bueno”. Para que no te asustes, estamos hablando de unos 350-400€, no más, que a día de hoy te permiten pedalear tranquilo en los días sin lluvia, sin gastarte nada en los primeros 24/30 meses. Has leído bien: NADA.
Para que te hagas una idea de lo económico que es, piensa en hacer unos 45 km por semana, usando la bici para ir y volver del trabajo, en los días de buen tiempo, que supone un desgaste mínimo de transmisión y frenos. De 52 semanas, quitamos unas 4 de vacaciones y otras 8 de lluvia. Pon que las semanas de lluvia no coincidan con las de vacaciones (suertudo!), entonces te quedan 40 semanas de uso diario de tu nuevo juguete, de lunes a viernes. Lo mínimo, vamos, para justificar la compra de una bici. Has decidido gastarte unos 350€ en la bici (más adelante hablaremos de cómo y dónde vas a comprar tu montura), por 30€ te ha salido un casco y con otros 20 te has sacado luces y hasta un protector de pantalones, para que no se te ensucien con la cadena. Inversión total: 400€, que a día de hoy es medio sueldo para mucha gente.
Ahora bien, 400€ dividido por 40 semanas, son 10€ por semana. La alternativa más barata, que se ajuste a tu uso lunes-viernes, si vives en Barcelona es el transporte público con una tarjeta T10, que cuesta 10,30€. En menos de un año tu inversión ya se ha amortizado, no vas a gastarte nada más en los siguientes 12-18 meses, y con un mantenimiento adecuado, te quedará bici para rato!
Todavía lo estás pensando?

Nuevos proyectos de movilidad sostenible

Buenas noticias nos llegan desde la web de la Comunidad Autónoma de Andalucia (http://www.juntadeandalucia.es/fomentoyvivienda/portal-web/web/areas/transportes):

“El Plan Andaluz de la Bicicleta. PAB 2014-2020, constituye el instrumento básico para la planificación y promoción de uso de la bicicleta en Andalucía de manera integral. Se plantea, según escalas, como un modo de transporte más y también con vocación para uso deportivo y de ocio. Incluye nuevas vías ciclistas, configurando redes a nivel urbano, metropolitano y autonómico que suman con las vías existentes unos 5200 kilómetros. Asimismo prevé medidas complementarias: aparcamientos, intermodalidad o programas sectoriales de apoyo (turismo, empleo, medio ambiente, educación etc.). El montante de inversión prevista alcanza los 421 millones de euros y destaca la alta rentabilidad económico-social de las mismas, según evaluación efectuada en el propio Plan.”

Definitivamente, el 2014 ha empezado bien 🙂

Feliz cumple Bicing!!!

Hola a todos,

Parece que el invierno haya decidido dejarnos antes del tiempo, por lo menos aquí en Barcelona, destronado por una primavera que se está instalando anticipadamente, a golpes de días soleados y temperaturas más bien veraniegas. ¿Cual mejor situación para dejar el metro, el coche o la moto y dar un paseo en bicicleta?

Pues  como este blog se dirige primero a los que una bici no la tienen, o si la tienen (y todavía funciona…) les da palo sacarla, la solución es más bien sencilla: Bike Sharing!

La pasada semana, exactamente el día 13 de marzo, el servicio de alquiler de bicicletas públicas de Barcelona ha cumplido 7 años. Promovido por el Ayuntamiento (www.bicing.cat) y gestionado por la empresa Clear Channel (http://www.clearchannel.es/servicios/servicios-de-smartbike/), desde su creación en el 2007 el Bicing no ha parado de crecer (también en costes…), y a día de hoy permite a muchos Barceloneses moverse por la ciudad en bicicleta, sin tener que comprar una.

Los números del bike sharing de la Ciudad Condal no dejan indiferentes:

  • Unos 100.000 abonados
  • 6000 bicicletas disponibles
  • 420 estaciones
  • Más de 1.000.000 de trayectos por mes

El funcionamiento es bastante sencillo. Pagando un abono anual de 47,16 €, el usuario tiene derecho a 30 minutos de uso de forma gratuita, para agarrar una bici en una de las estaciones ubicadas en diferentes puntos de la cuidad, y devolverla en la misma estación o más bien en una diferente.  Pasado este tiempo, cada media hora de uso hasta las 2h tiene un coste de 0,74€. A sobrepasar las 2h de trayecto, se aplica una tarifa de 4,49€/hora o fracción de hora.

Siendo un servicio compartido, pensado para trayectos cortos y cómo complemento del trasporte público y privado, tiene sentido que se fomente un uso rápido de la bici. De otra manera, lo habrían llamado BIke Renting, no Bike Sharing, y los costes habrían sido seguramente más altos…

Y bueno, dejando a un lado los detalles del servicio (que podéis consultar en la web del Ayuntamiento) al final este Bicing vale lo que cuesta? Yo, personalmente lo veo como la solución perfecta para empezar a moverse de una manera diferente, reduciendo al mínimo la inversión inicial y sin tener que cambiarse de ropa después de cada trayecto: guardabarros y protector de cadena  hacen su sucio trabajo, y los frenos los ayudan actuando directamente en los ejes de cada rueda. Vaya, que no tendrás que ir y volver de la oficina más equipado que un ciclista en la Vuelta. Las bicicletas son cómodas y robustas, las estaciones están distribuidas en muchísimos rincones de la ciudad, y hasta podrás encontrar la más cercana a través de una app en tu móvil.

¿Todo perfecto, fantástico y maravilloso entonces? Bueno, cada medalla tiene dos caras, y el Bicing no es una excepción a la regla. Desde la primera hora, las quejas de los usuarios se han centrado en dos problemas principales: el estado de las bicicletas y la falta de disponibilidad de las mismas.

Hablando del primer problema, creo que la mayoría de quien utilice (o haya utilizado) el servicio, debería hacer un poco de autocrítica: las bicis las cogen los usuarios, y ellos son los primeros responsables de su conservación. Claro, cabe esperar que quien gestione el servicio haga un mantenimiento constante de los vehículos, pero un mínimo de atención por parte de los abonados no sería de más.

El segundo problema tiene una raíz puramente altimétrica: las bicis normalmente se agarran en los barrios altos para ir cuesta abajo… y a menudo allí abajo se quedan, ya que la mayoría prefiere evitar las subidas y volver a casa con otro medio.

Las soluciones serían dos: presionar el gestor del servicio para que redistribuya las bicis lo más rápido posible (cosa bastante complicada, si todos las quieren a la misma hora por ejemplo…), o más bien armarse de valor y usarlas también cuesta arriba: por una bicicleta que baja, otra sube. Como siempre, ¡parte de la solución está en nosotros!

Y tú, que experiencia tienes con el Bike Sharing?